35 Años de la Recuperación de la Democracia

El 10 de diciembre de 1983, el Dr. Raúl Alfonsín asumió la presidencia del país, poniendo fin al autodenominado «Proceso de Reorganización Nacional», una dictadura cívico-militar de casi ocho años que tuvo como consecuencia la persecución y desaparición de miles de personas y un fuerte deterioro del aparato productivo,económico y cultural del país, más un serio desgranamiento del tejido social argentino.La recuperación de la democracia fue posible gracias a un conjunto variado de actores y organizaciones y organismos de defensa de los derechos humanos que articularon, progresivamente, la lucha contra la dictadura militar y sus irresponsables aventuras mesiánicas.

 Los argentinos nos uníamos en un abrazo que demostraba la alegría de haber recuperado la Democracia. Ese abrazo que sólo en el gesto, y sin necesidad de palabras,expresaba la conciencia colectiva del desafío que debíamos enfrentar a partir de ese momento.

Teníamos que ponernos de pie y levantar nuestros derechos y a nuestras instituciones, construir una nueva república y un nuevo país que nos incluyera a todos, en el que camináramos confiados de que al lado de nosotros en la calle solo había ciudadanos, muchos ciudadanos que anhelábamos lo mismo.

El miedo era un enemigo a vencer, con paz y alegría, con esfuerzo y militancia política de la buena. De esa militancia que construye, que sabe de sus diferencias con otros pero que los respeta, porque sabe que en lo profundo de esas diferencias anida la autenticidad de un mismo deseo: el bienestar de los ciudadanos y la grandeza de una nación justa, soberana y solidaria.

 Raúl Alfonsín, en él estaban también la fuerza y las esperanzas de todos los argentinos, porque su triunfo representaba el renacer de nuestra democracia. Los argentinos teníamos en ese momento la sabiduría que da la experiencia del dolor y esa lección nos había permitido aprender que no puede haber grietas, donde hay hermanos; que no puede haber divisiones acérrimas en donde hay una conciencia común; que no puede haber enemistades donde hay un mismo sueño que se llama Argentina.

Muchas veces decimos que nuestra democracia es joven y en esa juventud encontramos la justificación colectiva de nuestras inconsistencias cívicas, republicanas y éticas, sin embargo no es su corto tiempo la causa de nuestros problemas, sino nuestras propias incapacidades para ver aquello que nos resultaba tan claro en aquel 10 de diciembre de 1983.

A 35 años de haber recuperado la democracia, debemos tener la certeza de que ella no se mantiene si no se la cuida y se la fortalece cada día, y que esa consolidación se multiplica si desde todos los espacios políticos perseguimos juntos puntos claves como el respeto, la paz social, la institucionalidad y el diálogo.

Pero si algo tiene nuestra Argentina, es la capacidad de renovarse y de salir adelante. Y mirando nuestros grandes hombres de la historia de la patria, encontramos la fuerza para mirar esperanzadamente hacia el futuro.

 

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